sábado, 27 de agosto de 2011

10º audiencia. Día 23 de agosto.

El beso de Judas


Seis testigos contaron ayer que el ex integrante de la CNU, Nicolás “Nico” Caffarello tuvo participación en los secuestros y asesinatos del militante peronista Daniel Nario y su mujer Liliana Pachano
Un beso. Esa era la manera de marcar al objetivo. Así, el integrante del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE), Nicolás Miguel Caffarello, ingresó a “Bar Musical” y saludó a los cuatro amigos que allí se encontraban. Daniel Nario, militante de la Juventud Peronista en la facultad de Psicología y presa de la represión, fue el único que recibió el beso.
Héctor Di Marco ingresó ayer a las 10 a la sala de audiencias del Tribunal Oral Federal 1 (TOF 1) donde se juzga a nueve militares y siete policías por los crímenes cometidos en el circuito represivo Mar del Plata-Necochea durante la última dictadura cívico militar. Antes de sentarse, buscó con la mirada a Caffarello entre los acusados. Los nervios se le notaban en la velocidad con la que mascaba el chicle. Cuando el presidente del tribunal le preguntó si juraba decir verdad, contestó: “A eso vengo…a decir verdad”.
En 1976, Di Marco tenía 18 años y frecuentaba un grupo de amigos, egresados del Colegio Industrial. El miércoles 21 de abril parte del grupo se encontró en el local de venta de productos musicales llamado “Bar Musical”, ubicado en el centro de la ciudad. Allí estaba Daniel Nario, a quien no veían hacía dos años. El testigo contó que en un momento Caffarello llegó al local para saludar a Nario porque habían ido juntos al colegio. Le dio un beso, un abrazo y charlaron un instante hasta que una persona de “aspecto militar” vino a buscar a Caffarello.
Según Di Marco, a los dos minutos, la misma persona alta de pelo corto y voz imperativa entró otra vez al comercio con una ametralladora. Les pidió documento, pero nadie tenía. Tomó a Nario de la bufanda que le cubría el cuello y lo sacó a la calle. Esa fue la última vez que lo vieron con vida.
Di Marco fue quien le avisó a los padres de Nario lo ocurrido con su hijo y los acompañó a algunas comisarías a averiguar que había pasado, pero nadie les decía nada. El testigo recordó que con el tiempo, Caffarello se empezó a acercar al grupo de amigos que se juntaba en el Jockey Club o en el café Supercream. Así supo que el ahora imputado en aquellos años era integrante del SIE. Incluso aseguró que llevaba una credencial que vio una vez que Caffarello tuvo que persuadir a un policía de tránsito que intentaba hacerle correr el auto.
Según el relato de Di Marco, Caffarello ostentaba la impunidad que le garantizaba formar parte del aparato represivo. “Andaba armado. Era zurdo y llevaba el arma siempre en ese costado de la cintura”, rememoró.
También mencionó que andaba en un auto Peugeot 504 rojo que -según había contado el ex miembro de la Concentración Nacional Universitaria- había sido robado en Buenos Aires. Del baúl de ese auto, Di Marco vio como Caffarello, sacaba una gran cantidad de armas largas.
Seis meses después del secuestro, Di Marco le comentó a un integrante del grupo de amigos lo que había pasado con Nario. A los pocos días recibió una amenaza de Caffarello, quien le dijo que si no cerraba la boca “iba a aparecer en una zanja y lleno de panfletos”.
El segundo testigo de la jornada requerido por el fiscal general federal Daniel Adler fue el hermano de la víctima, Jorge Omar Nario. Frente al tribunal conformado por Alfredo Ruiz Paz (presidente), Lidia Soto, Elvio Osores Soler y Daniel Cisneros recordó que sus padres le dijeron que su hermano estaba con unos amigos en un lugar y que alguien entró lo señaló y que luego se lo llevaron.
Jorge tenía 13 años cuando Daniel fue secuestrado. Esa noche fue testigo del secuestro de su cuñada Liliana Pachano. Recordó que después de haber recorrido las comisarías en busca de su hermano, volvieron a su casa y antes de bajar del auto, una camioneta blanca y un Ford Falcon del mismo color llegaron hasta su casa. Bajaron ocho hombres que vestían de civil y todos -menos uno- estaban encapuchados. Se asomaron al auto y preguntaron por Pachano, Liliana les contestó y se la llevaron. Los padres de Nario presentaron varios habeas corpus por su hijo y su nuera, pero nunca nadie les informó nada. Dos meses después del secuestro de Daniel y Liliana, recibieron un llamado de la Comisaría Tercera para avisarles del hallazgo de dos cuerpos en una playa de Punta Mogotes. Nina nunca aceptó que su hijo había sido asesinado y continuó la búsqueda hasta el día de su muerte, en 1979.
El testimonio del matrimonio Fascionato, también complicó la situación del acusado. Hugo declaró antes que su mujer, pero los dos hicieron mención a la noche en la que se enteraron de que Caffarello, supuestamente, había asesinado a Nario.
El testigo recordó que entre junio y julio del ’76 se encontraba con su mujer Alicia Di Carloantonio, en la casa de Elisa Priesker, una amiga del matrimonio. Allí, también estaba el novio de Elisa, Miguel “El Vasco” Eliazabal que frecuentaba el grupo de amigos que se juntaba en el café Supercream.
Según Hugo y Alicia, esa noche Eliazabal les contó que había escuchado a Caffarello decir que había matado a Nario porque “estaban en bandos diferentes”.
El matrimonio recordó haber quedado muy impresionado por la noticia sobre todo porque Hugo había sido compañero de Caffarello en el Colegio Industrial. Habían compartido el equipo de voley. Esa noche también supieron que el acusado formaba parte del SIE.
Según consta en el expediente de la causa Nario, Daniel y su mujer Liliana Pachano fueron hallados en una playa de Punta Mogotes el 30 de junio del ’76. Él presentaba cuatro disparos en la cabeza y las manos atadas en la espalda.
El informe forense asegura que su muerte fue producida 30 días antes del momento del hallazgo. Fue asesinado a fin de mayo del ’76.

LOS RECUPERABLES Con el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, algunos miembros de la CNU -Fernando Delgado, Eduardo Ullúa, Nicolás Caffarello y Eduardo Cincotta- pasaron a ser parte de la represión estatal. Según consta en los informes de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, estas personas –que continuaban sus tareas bajo el mando de las fuerzas militares- eran consideradas “recuperables”.
En el informe secreto de la Prefectura Naval Argentina utilizado como prueba por el Tribunal, puede leerse: “El GADA 601, que siempre mantuvo hermetismo respecto de sus operativos, no cuenta con personal capacitado en inteligencia, en la medida en que las circunstancias lo aconsejan… se valió de personas civiles que militaban en la Concentración Nacional Universitaria que llegaron a actuar con total impunidad en la ciudad”.

Por federico Desántolo

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