Los crímenes del general y su chofer
El testimonio de Alberto Toledo, hermano de Jorge -secuestrado y desaparecido en el centro clandestino de detención La Cueva- comprometió la situación del ex general de brigada Alfredo Arrillaga y del ex CNU Nicolás Caffarello
Después de 34 años, Alberto Toledo –hermano de Jorge- declaró ante el Tribunal Oral Federal 1 que juzga a 16 imputados por los crímenes cometidos en los centros clandestinos de detención La Cueva (Base Aérea local), la comisaría cuarta y las dependencias policiales primera y Díaz Vélez de Necochea.
Alberto tenía 15 años cuando su hermano fue secuestrado por el Ejército. Ayer, señaló a dos de los 16 acusados en el juicio como los responsables de la desaparición de Jorge. Se trata del ex general de Brigada Alfredo Manuel Arrillaga y de Nicolás Caffarello, ex miembro de la Concentración Nacional Universitaria (CNU), quien además cumplía funciones como chofer de Arrillaga y agente de inteligencia del Ejército, según lo aportado por varios testigos a lo largo de las audiencias.
Según el testigo, fue Arrillaga, quien avisó a la policía caminera que liberaran la zona la noche en que se llevarían a Jorge. Fueron tres los vehículos que participaron del operativo. Uno era un Ford Falcon celeste conducido por Caffarello. El ex general y su chofer habrían sido los que iniciaron la balacera contra la casa de Toledo.
A lo largo de todos estos años, la familia Toledo buscó a Jorge y en esa búsqueda pudieron ir atando cabos para saber qué pasó. Lo primero que supieron llegó de boca de un juez que no dudó en pedir plata a la familia para poder “aceitar” a sus informantes. Así el 24 de diciembre del ‘76, el magistrado avisó que Alberto estaba bien y que lo habían condenado a 7 años por encubrir a su amigo Raúl “Pájaro” Del Monte, militante montonero (hoy desaparecido) vinculado a la muerte del capitán Fernando Cativa Tolosa durante un enfrentamiento en una pizzería, el 8 de octubre de 1976.

Durante la balacera, Jorge fue herido en el estómago y así lo llevaron hasta La Cueva. A través de un sobreviviente de ese centro clandestino, Alberto supo que su hermano fue torturado sin piedad a pesar de la gravedad de las heridas de bala y que en los interrogatorios le preguntaban por “El Pájaro”.
María Turón de Toledo –madre de Jorge y Alberto- fue quien llevó adelante la búsqueda. Lo primero que hizo fue presentar un habeas corpus que no tuvo respuesta. También se entrevistó con el coronel Pedro Barda, jefe militar de la ciudad, quien le dijo que iba averiguar qué había pasado con su hijo. De las autoridades eclesiásticas y gubernamentales tampoco obtuvo ayuda.
Alberto habló casi dos horas frente a los jueces Alfredo Ruiz Paz (presidente), Lidia Soto, Elvio Osores Soler y Daniel Cisneros. Detrás de él, sus familiares y amigos, lo escuchaban. Respiró profundo y ahogó la angustia con agua para no quebrarse y perder el hilo del relato.
El espía confeso
Tiempo después Oliveros escapó a España acusado de estafa. En aquel país fue detenido en 2005 y confesó su participación en la represión durante la última dictadura cívico militar. Ante el juez Fernando Grande Marlaska –que suplantaba a Baltasar Garzón–, dijo ser responsable de la muerte de dos mujeres. Una sería Mercedes Lohng y la otra se llamaría Patricia Silvia, ambas estarían enterradas como NN en el cementerio de Mar de Cobo. También confesó la ejecución del “Pajaro” Del Monte. “Fueron actos de servicio como agente del Servicio de Inteligencia del Ejército Argentino”, aseguró
Por Federcico Desántolo
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