domingo, 7 de agosto de 2011

2 de agosto del 2011- 7º audiencia


Declaro solo uno de los imputados

El coronel retirado Jorge Luis Toccalino fue el único de los 16 imputados que decidió hablar, no sin antes aclarar que no contestaría preguntas de los abogados querellantes. Cuando uno de los jueces le preguntó por los centros clandestinos de detención, se negó a responder
El coronel retirado Jorge Luis Toccalino es juzgado por decenas de privaciones ilegales de la libertad agravada, imposiciones de tormentos agravados y dos homicidios doblemente calificados por ensañamiento y alevosía en el marco de los crímenes cometidos en los centros clandestinos de detención (CCD) conocidos como La Cueva y comisaría cuarta de Mar del Plata durante la última dictadura cívico militar. Ayer en la séptima audiencia del juicio que se lleva adelante en el tribunal oral federal, fue el único de los 16 imputados que decidió declarar.

Con sus 77 años –le faltan pocos días para llegar a los 78-, es uno de los imputados más viejos. Pero a diferencia del resto de los militares y policías en el banquillo de los acusados, los achaques de la edad no se le notan. Por el contrario, su voz firme y vehemencia al hablar, le quitan años. A paso seguro caminó y se sentó frente a los jueces Alfredo Ruiz Paz (presidente), Lidia Soto, Elvio Osores Soler y Daniel Cisneros. Por consejo de su abogado Gerardo Ibáñez, Toccalino informó que no contestaría preguntas de la querella y solo respondería a la requisitoria de los jueces siempre y cuando se tratase de repetir algún concepto que no haya quedado claro. Sin posibilidad de ser interpelado, el acusado hizo un somero repaso de su carrera militar, de sus funciones específicas en el GADA 601 durante la última dictadura; citó al menos dos veces a Santo Tomás de Aquino para hablar de venganza en lugar de justicia y rogar a los jueces “prudencia”.

Lo primero que hizo el coronel retirado frente al estrado fue rechazar las “injustas imputaciones” que se le hacen. Y, enseguida, explicó: “Declaro en este momento porque de soldado del Ejército argentino se me quiere convertir en delincuente”. Todo el tiempo se dirigió al tribunal. Solo bajó la vista para consultar unos papeles que hacían de ayuda memoria.

Como todo relato bien ordenado comenzó desde el principio. Contó que fue nombrado coronel por el Senado de la Nación en 1984 y nombrado agregado militar en Ecuador por el presidente de aquel entonces Ricardo Raúl Alfonsín. Con respecto a sus años en el GADA 601 recordó que fue enviado cuando era oficial mayor del Ejército. Allí fue nombrado jefe de la sección Operaciones. En todo momento se encargó de aclarar que nunca se desempeñó en el área de Inteligencia. También mencionó que nunca impartió órdenes porque nunca tuvo personal a su cargo ni manejo de tropa.

Como jefe de Operaciones le tocó ocuparse de las medidas de seguridad de “puntos sensibles” de la subsede Mar del Plata durante el Mundial 78. Incluso fue el encargado de informar a la prensa de todo el mundo cuales eran aquellas medidas de seguridad.

En cuanto a la “lucha contra la subversión”, Toccalino contó que su tarea fue en algunas oportunidades “tomar contacto con la población” mediante el trabajo social. Según explicó, la subversión se apoyaba en la población urbana entonces era su tarea que el Ejército ganara la confianza de los ciudadanos mediante la organización de distintos eventos como el arreglo de escuelas, desfiles y conciertos con la banda de música.

El coronel retirado también recordó que luego del Mundial 78, pasó algunos meses preparando las defensas antiaéreas de distintas zonas del país, ante el inminente conflicto bélico con Chile. “Nos habíamos olvidado de la subversión ante la posibilidad de una guerra”, contó Toccalino.
El ex jefe de fuerzas terrestres en Malvinas, recordó que la jurisdicción de General Pueyrredon dependía exclusivamente del GADA 601. Así intentó explicar que los “hoy llamados centros clandestino de detención” que dependían de otras fuerzas no estaban en Mar del Plata. Acto seguido afirmó con categoría: “nunca participé de una detención, ni de un traslado ni de un interrogatorio”.

Toccalino recurrió a uno de sus pensadores predilectos para interpelar al tribunal. Primero definió el concepto de venganza de Santo Tomás de Aquino y dijo que con estos juicios no se busca justicia sino venganza y que se actúa con iracundia (exceso de ira), crueldad (exceso de castigo) y ferocidad (deleite de los castigos a otro, aún sin causa). Por último rogó a los jueces que tuvieran “prudencia”, la primera de las “virtudes cardinales” según el santo. “Aquella que está por encima de la justicia y la verdad”, concluyó.

No sabe, no contesta

La vehemencia de los gestos y la firmeza en la voz del imputado se perdieron por unos segundos. El silencio fue imperceptible pero pareció eterno. El juez Daniel Cisneros quiso saber como llamaban a los centros clandestinos de detención en aquel entonces. Toccalino dijo no entender la pregunta y el juez arremetió: “¿si usted dijo que no sabía de los hoy llamados centros clandestinos de detención, cómo se llamaban antes, como los nombraban?”. ”Prefiero no contestar esa pregunta”, fue la respuesta del imputado.

Continuarán en casa

Antes de tomar declaración a Toccalino, el tribunal dio a conocer su decisión con respecto a los pedidos de las partes realizados en la audiencia del lunes. En cuanto a la solicitud del abogado Horacio Insanti –defensor de los policías Ernesto Orosco y Héctor Cerutti- de nulidad del juicio por considerar que los delitos que se juzgan están prescriptos y sus clientes amnistiados, los jueces fallaron en contra y el debate continuará.

En tanto, al pedido de las querellas y la fiscalía de revocar el arresto domiciliario de 13 imputados y la excarcelación de uno de los policías, el tribunal decidió no hacer lugar a la requisitoria. No obstante, solicitarán al Patronato de Liberados –órgano a cargo de custodiar que los detenidos cumplan con las reglas del arresto domiciliario- un informe de cada uno de los imputados cada 15 días, hasta el final del debate.


Por Federico Desántolo

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